Mucho se ha hablado, se habla y se hablará sobre la rigidez del mercado de trabajo español ….
¿Qué quiere decir eso exactamente? Pongamos un ejemplo: una persona con 30.000 € de salario anual y diez años de antigüedad tiene derecho a una indemnización por despido de unos 35.000 € en España. En Inglaterra, de unos 5.000 €. Eso es lo que quiere decir. La legislación anglosajona y la continental europea son tan diferentes en este tema, que en realidad denotan dos mentalidades totalmente distintas.
El alto importe de las indemnizaciones por despido en España tiene el loable objetivo de proteger al trabajador, pero tienen tantas consecuencias indeseadas, que al final acaban siendo perjudiciales incluso para el empleado. Que desde luego sean perjudiciales para las empresas, nadie lo duda. Les obliga en ocasiones a continuar una relación laboral con alguien que, por la razón que sea (y las hay condenables, pero también totalmente lógicas) no les parece que aporten beneficio al negocio.
Que estas altas indemnizaciones también perjudican a los trabajadores con contrato temporal es también evidente. Una empresa en dificultades que necesite reducir personal no se suele preguntar ¿qué trabajador es el que creo que actualmente aporta menos a la empresa? Lamentablemente la pregunta es ¿a quién me cuesta menos echar? Es injusto para las personas afectadas y contraproducente para la productividad de la propia empresa, pero los costes del despido son tan elevados que, querámoslo o no, esta situación se da.
Y aunque podría parecer extraño decir que las indemnizaciones por despido perjudican precisamente a su beneficiario potencial, a mi juicio también es así. Las empresas se lo piensan tanto antes de contratar alguien, que es inevitable que el paro sea alto. No es casual que el desempleo en España ronde el 23% y en Reino Unido el 6%. El trabajador español goza de la seguridad de saber que muy mal tienen que venir dadas para que pierda su trabajo, especialmente si ya lleva bastantes años. Y que si esto sucede tendrá la protección de un dinero con el que aguantar hasta el siguiente empleo. Pero … ¿merece la pena? ¿vale la pena aguantar en un trabajo en el que no se disfruta, simplemente porque da estabilidad financiera? ¿no sería bonito tener la opción de cambiar a un trabajo más atractivo o mejor remunerado?
Para un español resulta fascinante ver cómo funciona el mercado laboral británico. Es otro mundo. La gente busca por supuesto una buena remuneración, pero también exige disfrutar y aprender con su trabajo. Y si no lo hace, cambia a otro, porque el desempleo es bajo y las oportunidades abundan. Esta situación provoca que las empresas tengan miedo de perder a los buenos trabajadores y hagan lo posible para que estén a gusto, primero con la remuneración y después con el ambiente de la empresa y el desarrollo de la carrera de sus empleados. En España, en cambio, abundan tristes situaciones donde se hace de todo para tratar de exprimir al trabajador en una especie de «guerra laboral» en la que ambos bandos están condenados a perder.
Paradójicamente, allí donde el trabajador goza de menos protección por despido es donde tiene mayor poder de negociación y, mejor aún, mayor libertad para elegir dónde trabajar.